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Está siendo una semana llena de emociones para la presidenta Dilma Rousseff, y solo acaba de empezar. El lunes, su propio vicepresidente la dejó en evidencia con la filtración de una dura carta en la que expresa su disconformidad con el Gobierno. El martes, perdía el primer round del proceso de destitución en su contra. La Cámara de Diputados formaba precisamente ayer una comisión especial para analizar la solicitud de impeachment, y los opositores consiguieron mayoría. Solo un par de horas más tarde, el Supremo Tribunal Federal paralizaba el proceso provisionalmente, alegando supuestas irregularidades en la sesión parlamentaria en la que hubo empujones, gritos a favor y en contra del Gobierno y hasta rotura de urnas electrónicas.
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