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Kelvin Santos, un niño de 2 años de la localidad brasileña de Belem, estaba dentro de un ataúd en su propio velatorio, cuando de repente se despertó para pedir un vaso de agua. Más tarde, volvió a cerrar los ojos. Parecía que había sucedido un milagro, pero finalmente no fue así. Kelvin Santos, un niño de 2 años de Belem, estaba dentro de un ataúd en su propio velatorio, cuando de repente se despertó para pedir un vaso de agua, según informa The Sun. Los familiares pusieron entonces el grito en el cielo contra los médicos, diciendo que "no lo revisaron bien". Sin embargo, el milagro pronto se tornó en tristeza. El pequeño volvió a acostarse, cerró los ojos y murió.