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Antes de acudir a declarar se quitó el traje beige y se enfundó en un blazer de cuadros rojos poco conjuntado con unos pantalones de raya diplomática. Cuando lo trasladaron del juzgado a la cárcel, Emir Garduño, más conocido como Lord Rolls Royce, concentró toda la prepotencia que le dio su mote en un puro, el único bien del que puede disponer en prisión y el último signo de grandeza de un millonario cazado. La fiscalía mexicana ha necesitado un vídeo viral para meter entre rejas a este poderoso hombre y poder juzgarlo por algo más importante que una pelea en la calle: lavado de dinero y fraude. Garduño representa como pocos la combinación de uno de los males endémicos de México: el despotismo de los más poderosos y la impunidad de la que gozan.
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