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Una de las imágenes más icónicas del atletismo muestra a un hombre empujando por la espalda a una mujer. El agresor luce traje oscuro, pantalón largo, media cabeza pelada y una mirada de la que se le escapa la rabia. Es 1967, Boston, se corre la maratón, y el rostro de una mujer embutida en un chándal tan ancho que parece poco adecuado para correr muestra entre sorpresa y terror. Es Katherine Switzer, tiene 20 años, luce el dorsal 261 al pecho y trata de escapar de su agresor. Corre hacia adelante sobre unas Adidas con las que intenta despegar. La imagen la recogen unos fotógrafos tan sorprendidos como molestos, ya que ese altercado iba a hacerles esperar cuatro horas y veinte minutos, el tiempo que tardó Switzer en completar la carrera, para recoger su llegada a meta. Hoy, 50 años después, habrá más fotógrafos que entonces pero igual de pendientes de la misma corredora, pues Kathy, la primera mujer que completó una maratón rodeada de hombres, volverá a correr los 42 kilómetros que rodean Boston en su 121.ª edición para demostrar al mundo que ante la voluntad de cambiar lo establecido no hay tirano que se precie.
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