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Sí, lo que veis y escucháis en la imagen es un oso roncando a pierna suelta. Hasta hoy mismo, este sencillo y hasta entrañable gesto sigue siendo uno de los procesos más misteriosos de la naturaleza, pues desconocemos el mecanismo que les permite permanecer durante todo un invierno sin comer, beber, orinar ni defecar, y salir de su osera seis o siete meses después con sus funciones vitales intactas y apenas algunos kilos de menos.