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La recolección y eliminación de basura nació con el objetivo de proporcionar a la comunidad, un ambiente sano, libre de gérmenes, desechos y proporcionar una eliminación ecológicamente segura, técnicamente práctica y de bajo costo. Sin embargo, la historia de las basuras ha tenido incoherencias, improvisaciones y se ha convertido en un gran tejido de competencias públicas. En 1958 se creó la Empresa Distrital de Servicios Públicos (EDIS), empresa que se liquidó en el año 1994 por la ineficacia y la inestabilidad económica. Bogotá dejó de contratar labores puntuales y desde ese año ha estipulado la prestación total del servicio a empresarios privados. La función pública del alcalde, de asegurar que la ciudad reciba higiene y saneamiento, quedó depositada en la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP). De hecho, el 9 de diciembre de 2013 el procurador Alejandro Ordoñez destituye al alcalde Gustavo Petro y lo inhabilita para ejercer cargos públicos por 15 años por el llamado ‘caos’ de las basuras. El cambio de modelo de la administración del Alcalde, había sometido a Bogotá a una emergencia sanitaria y no había cumplido con los objetivos trazados. Por otro lado, es claro que la basura tiene un gran valor, en este siglo se ha aumentado la demanda por crear ciudades sostenibles y el reaprovechamiento de los residuos está dentro de la agenda de la administración pública. Sin embargo, en Colombia el reciclaje sigue siendo un problema y los recicladores siguen viviendo en la pobreza. Además, los ciudadanos no se han apropiado del gran compromiso que tienen para el manejo racional de las basuras.