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Donald Trump aún no se ha sentado en el sillón de la Casa Blanca, y ya está apretando las tuercas al vecino del sur. Sólo esta semana, tres multinacionales de sector automovilístico −General Motors, Ford y Toyota− han sufrido los desafíos proteccionistas del magnate a golpe de tuit: “devuelvan la producción a suelo estadounidense o paguen un fuerte impuesto”. Ford ya ha respondido cancelando una importante inversión en el país y es muy probable que no sea el único en dar marcha atrás. El debilitamiento de uno de los sectores clave –por dinamismo, aportación al PIB y captación de inversión extranjera– llega en un momento delicado para México y abre la puerta de un incierto laberinto económico.
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