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El sueño de todo empresario y el anhelo de cualquier publicista es que su nuevo producto estrella acabe convirtiéndose en un habitual en el carro de la compra de los consumidores. Eso hubiera deseado Pepsi cuando lanzó su refresco Radical Fruit o Coca-Cola, cuando hizo lo propio con Fruitopía. Pero ambos brebajes duermen ahora el sueño de los justos junto a otros miles de referencias fallidas. No es de extrañar: el 90% de los productos fracasan, en parte por el ciego optimismo de los marketinianos, pero sobre todo por la tozudez de los compradores: una familia tipo consume 150 productos casi invariablemente.
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