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El nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) pasa, sí o sí, por un cambio en las reglas del juego en el sector automotriz. Estados Unidos dinamitó las conversaciones en octubre pasado con una propuesta de máximos que no recabó el apoyo ni de sus dos socios regionales, ni de los expertos ni de su propia industria. Hace un mes, Canadá -aunque con escaso éxito- puso encima de la mesa una nueva fórmula de cálculo que permitiría elevar el contenido regional sin cambios drásticos. Y México está muy cerca de hacer lo propio en la séptima ronda de negociación para actualizar del mayor pacto comercial del planeta, que empezará justo dentro de una semana en la capital mexicana. “Estamos trabajando con la AMIA [la patronal del sector en el país latinoamericano] para cerrar una propuesta mexicana”, ha confirmado este lunes el secretario (ministro) de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo. El sector automovilístico es, por mucho, la primera industria de México y la mayor fuente de divisas, por delante de las remesas, del turismo y del petróleo. Pieza, por tanto, de caza mayor en la renegociación.
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