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Nadie discute el derecho de las mujeres a tener bares exclusivos para ellas, donde ninguna mesa de galanes les arruine la noche con amigas. En los bares con show de muchachos fornidos que se les desnudan, los gritos de entusiasmo pueden oírse a media cuadra. Magnífico. Pero caería como agua helada entre chavas divertidas, el grito de un par de ligadores: “¡Eh, oye… mamacita… Ese wey no te cumple, yo sí, mira!” Y le muestra el paquete. Las inhiben por el resto de la noche. Por eso está prohibido que entren hombres. Prohibición correcta.
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