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Mi promedio es de 9.3, lo que me hizo acreedora a una beca dentro de esta institución. Debido a mi beca, en segundo semestre de la carrera fui asignada al departamento de Ciencias Sociales y Políticas para hacer mi servicio de becaria. Ahí fue donde conocí a Moisés Ortíz Grimaldi, quien tenía un cargo administrativo dentro de esa área; asimismo, era adjunto de Enrique Gutiérrez, director de la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública. De esta manera, es quien Moisés me pidió, a través de un correo electrónico, mi número celular, pues sería el medio para asignarme el trabajo de becaria.
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Hola, soy Ximena Galicia. Tengo 24 años y estudio el quinto semestre de la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.

Me considero una persona fuerte, enérgica y feliz; sin embargo, todo esto cambió en unos días. El acoso u hostigamiento sexual es una situación a la que a veces parecemos ajenos, pero no, siempre estamos expuestxs a este comportamiento machista. Esto te vuelve vulnerable, me hizo vulnerable frente a la persona que me violentó.

Por esto, no quiero que me juzgues, quiero que entiendas esta situación, que te puede suceder a ti, a tu familia, a tu madre, a tu hermana, a tu amiga, a tu novia o esposa. Con esto, no quiero desearte este terrible y amargo trago, quiero que seas consciente de esta problemática social y cultural, y que a través de este relato, no te quedes calladx, alza la voz.

Comienza la historia…

Mi promedio es de 9.3, lo que me hizo acreedora a una beca dentro de esta institución. Debido a mi beca, en segundo semestre de la carrera fui asignada al departamento de Ciencias Sociales y Políticas para hacer mi servicio de becaria. Ahí fue donde conocí a Moisés Ortíz Grimaldi, quien tenía un cargo administrativo dentro de esa área; asimismo, era adjunto de Enrique Gutiérrez, director de la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública. De esta manera, es quien Moisés me pidió, a través de un correo electrónico, mi número celular, pues sería el medio para asignarme el trabajo de becaria.

Tiempo después, en el mes de enero de 2015, cuando iniciaba tercer semestre, yo pasaba por un episodio de depresión generada anterior a esta situación, el cual ha sido tratado con un psiquiatra y una psicóloga.

Mi tratamiento psicológico comenzó al mismo tiempo de iniciar clases, donde tomaba la materia de Ciencia Política, impartida por el Doctor Enrique Gutiérrez, cuyo asistente era Moisés Ortíz. De este modo, en un día común y corriente, le envié un mensaje vía Whats App a Moisés, donde le solicitaba hablar con mi profesor Enrique. La razón era que no había terminado una tarea para ese mismo día, pues 24 horas antes había sido mi primera sesión psicológica, de la cual no me pude recuperar durante el día y la noche. Ante lo expuesto, el asistente me dijo que fuera al departamento de la carrera.

Cuando llegué sólo estaba Moisés. El director estaba ocupado. Me recibió y así fue como le conté de mi padecimiento psiquiátrico. Moisés me comentó que no había problema. Se mostró comprensible en sus palabras y enfatizó que lo más importante era mi salud. Ante ello mencionó que si necesitaba ayuda él estaría ahí, por lo cual me ofreció que entregara las tareas “poco a poco”. Por otro lado –agregó- no había problema por mi servicio de becaria.

Días después, en ese mismo mes de enero, no llevé mi tarea a la clase, sin embargo, había leído el texto que nos habían encargado. Entonces me sacaron del aula, como es la dinámica preestablecida. Después de esto, Moisés me envió un mensaje preguntándome qué había pasado. Le dije que sería la última vez que ocurría. Entonces me contestó que mejor me “ligara al asistente”, es decir, a él. Al leerlo mi reacción fue contestarle que debíamos hablar. Después de una semana lo visité en el departamento de Ciencias Sociales y Políticas y le aclaré que me incomodaba que se me insinuara, entonces me respondió que sólo era una broma, que él era mi amigo y sólo “cotorreaba”.

Semanas después, parecía que todo estaba más tranquilo, hasta que un día, a mediados de febrero, fui al departamento de la carrera y le pedí que me diera trabajo de servicio de becaria. Él inmediatamente contestó que mi trabajo sería coquetearle, al mismo tiempo que se reía. Al oír esta respuesta, le reiteré que hablaba seriamente. Volví a insistir que me dijera qué pendientes acabar, me ofrecí a acomodar folders y papeles, sin embargo, él insistía en que tenía que coquetearle. Posteriormente me solicitó que arreglara sus libros en orden alfabético y salió de su cubículo. Yo me quedé haciendo la tarea que me había asignado.

De repente sentí que alguien había tocado el gorro de mi sudadera, voltee y le comenté: “me asustaste”. Él respondió: “si así te pones si te agarro tu sudadera, cómo te pondrías si te agarro una nalga”.  Ante esto, hice caso omiso mientras él comentaba que calificaría negativamente mi servicio de becaria, puesto que no le estaba coqueteando. Después de esto le mencioné que iría a comer. Nunca volví a entrar ahí. Durante todo este tiempo, que fueron alrededor de 3 meses, Moisés me mandaba mensajes de texto, a los cuales respondía. Sinceramente me daba miedo ser tajante, pues Moisés estaba encargado de mi servicio de becaria y de las calificaciones en la materia de Ciencia Política. No sabía qué hacer, más que ser amigable.

 

En uno de esos mensajes que Moisés me envío, me pidió un abrazo porque se sentía triste, le respondí que sí se lo podía dar. Después me pidió un abrazo y un beso. Mi reacción fue inmediata: contesté tajantemente que el abrazo no lo negaba, pero que el beso se lo negaba. Ante esto, él replicó “negaré 2 décimas menos”. Ahí no supe qué hacer, qué decir. Me sentí impotente. Las bromas eran acosadoras y cada vez aumentaban más de tono.

 

Acudí con una profesora, después con mi coordinadora, Citlallin Ulloa. Esta última manifestó que Moisés era muy bromista, sin embargo, admitió que lo que me contestó era una amenaza; no fuerte, pero que lo era. Para ello, mi coordinadora me preguntó qué quería hacer, yo le contesté que no sabía porque tenía miedo.

 

Un par de días después fui con el Procurador de Derechos Universitarios,  que en ese entonces era José Luis Caballero, ahora Director de la carrera de Derecho. Levanté la denuncia dentro de la Universidad. El Procurador me dijo que investigaría, pues esas situaciones no podían suceder dentro de la UIA. Pasaron semanas, hasta que se cruzó semana santa; pasó otra semana más y me dieron la resolución del Procurador: no se pudo comprobar nada –aún cuando mandé la conversación de Moisés amenazándome con mis calificaciones-. La conclusión de la resolución fue existía un acercamiento no consensuado y que me pedirían una disculpa, y ésta fue por parte del Director de la carrera, Enrique Gutiérrez.

 

Tenía que seguir con mis clases de Ciencia Política. Moisés Grimaldi seguía dando la clase y asistía al Director de carrera, al Doctor Enrique. Al continuar teniendo clase con él, pasé más de un par de veces a la enfermería de la Universidad por crisis nerviosas, las cuales eran poducto de la violencia por la que estaba pasando. Por esto, le hice la petición a mi director de carrera de que Moisés dejara de estar presente en las clases, a lo cual se negó rotundamente afirmando que mis crisis nerviosas eran producto de la depresión por la cual estaba pasando y no tenían nada que ver con las acciones de Moisés.

Por dicha razón decidí a acudir con el rector, David Fernández Dávalos, pero me recibió su asistente de nombre Rogelio, el día 16 de abril. Le dije que la resolución me parecía que no me protegía y no se apegaba a los idearios humanistas, así como a los valores de la Universidad. Su respuesta fue desfavorable para mí. Me comentó que parecía que yo quería hacer lo que quería y que así no eran las cosas. Le pedí una cita con el Rector, la cual me negó. Insistí y me otorgaron solo 15 minutos para ver al Rector.

 

El 21 de abril de 2015 la cita con el Rector llegó, una vez más la respuesta de la máxima autoridad universitaria fue desfavorable para mí. Me contestó tajantemente que respaldaba al Procurador, y que no se podía hacer nada más. Con mi hermana, Fernanda Galicia, egresada de la misma universidad, junto con Mexiro A.C. y Sin Trata A.C., propusimos una campaña para denunciar el acoso sexual dentro de la Universidad y jamás tomaron cartas en el asunto.

 

Hasta el día de hoy, las cosas siguen como si no hubiera pasado nada. Alguna parte de la comunidad universitaria utilizó mi enfermedad psiquiátrica para cuestionar lo sucedido. En el departamento de Ciencias Sociales ya no me saludan como antes. José Luis Caballero no responde a mi saludo.

Al agotar todas las instancias de la Universidad, y ver que éstas no respondían adecuadamente por carecer de protocolos contra el acoso y hostigamiento sexual en la Universidad, me vi en la necesidad de proceder legalmente en contra de Moisés Feliciano Ortiz Grimaldi en la Fiscalía Central de Investigación para la Atención de Delitos Sexuales de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.

Actualmente estoy en el procedimiento legal, por el deseo de justicia en mi caso y de quienes han vivido violencia sexual de género.

Quiero aclarar que éstos hechos emprendidos, son con el fin de que la Universidad Iberoamericana rectifique y de esta manera aliente a la comunidad universitaria a denunciar todo caso de violencia.

Además reitero mi apoyo a mi alma máter y a todas las Universidades del país para erradicar este problema, porque un mundo mejor inicia desde nuestras aulas.

 

“La verdad nos hará libres”

#NoEsNo

 

 

 

jaec, 8 years ago
¿Por qué todxs lxs hostigadxs sexualmente escriben así?