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El martes, un empleado de la reserva natural de Sibuya, en Sudáfrica, vio restos humanos cerca de una manada de leones. Al día siguiente, el veterinario de la reserva disparó dardos tranquilizantes contra los animales y la policía descubrió que se habían dado un festín de cazadores furtivos. Eran al menos tres hombres, a juzgar por el número de zapatos y guantes que fueron localizados junto a los restos. Habían irrumpido en la reserva con un rifle de gran calibre, un silenciador, cortadores de alambre, un hacha pequeña y comida para varios días. A falta de que un equipo forense examine los restos, parece claro que venían a cortar cuernos de rinoceronte cuando fueron sorprendidos por seis leones que acabaron devorándolos.
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