``` `
No cabe en nos la dicha de encontrar hoy aquí a su Merced, en los lustrosos sillares del noble Teatro Juárez, rodeado de tantos y tan distinguidos admiradores —no he de mencionar a los dos o tres pícaros que jamás lo han leído ni lo leerán y sólo se solazan en los palcos con la torva esperanza de deslizarse en el ágape posterior a estos prolongados discursos—, cuando nos disponemos a rememorar, que no a festejar, el cuarto centenario de su partida de este mundo. Permítame decirle, con el donaire que amerita el caso, que se le aprecia tan rozagante como en vida, si no es que más, el cutis de recién nacido, la barba fielmente recortada, el porte altivo, los cabellos apenas entrecanos y esa gola que le sienta mejor que en la miríada de retratos y estatuas que engalanan esta dichosa villa de Guanajuato erigida, hoy más que nunca, no en Capital Cervantina de América si no en Cervantina Capital del Orbe todo.
...