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La fugaz estancia de Sandra Ávila Beltrán en el Centro de Procesamiento Migratorio de esta ciudad mostró que ella es una mujer que no se conforma con cualquier cosa. Desenfadada, como suele aparecer en videos registrados desde su aprehensión, pidió a las autoridades estadounidenses que la custodiaban que le trajeran “algo más cómodo”, además de un delineador de cejas y un estuche de maquillaje. Aun cuando el programa de repatriación ya le había ofrecido ropa, La Reina del Pacífico logró movilizar a los agentes del FBI para que acudieran al Walmart más cercano para traerle unos jeans ajustados y una sudadera blanca, además de los artículos de belleza solicitados.
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