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Una cinta negra cuelga de la puerta principal de la casa de la familia de Pablo Cote desde que su cadáver fue hallado en una tumba común hace más de dos años. Cuando la familia se sienta a cenar, le hace una ofrenda, colocando un plato de carne con una salsa verde y tortillas en un altar con su foto. Cote fue secuestrado cuando regresaba en auto desde la frontera con Estados Unidos al estado de Tlaxcala en marzo del 2011. Lo mataron a golpes durante una masacre de 193 personas, incluidos los pasajeros de un autobús, perpetrada por los Zetas en el estado de Tamaulipas, al noreste del país.