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Mentir es fácil. Mantener la mentira es más complicado. Requiere un esfuerzo que puede detectarse en la mirada. Para mantener la mentira hay que recordar en qué contexto se hizo, si es consistente con el resto de verdades o mentiras, hay que controlar la voz y la postura, hay que evitar los deslices, preguntarse si el interlocutor nos está creyendo o sospecha…
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El esfuerzo de mentir puede detectarse en la mirada.