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Lo saben todos los que viven en la capital. El D.F. es el reino de la impunidad, en las calles del “Defe” cualquier ciudadano puede hacer cualquier cosa, sin que pase nada. Todas las autoridades tienen precio. Cualquiera se pone de acuerdo con los policías para estrangular una calle —como ocurre cada tarde en el entronque de Viaducto y Periférico. Cualquiera se apodera del corredor Reforma-Zócalo, bloquear Bucareli frente al reloj chino, plantar durante meses casas de cartón o ladrillo en la explanada del Monumento a la Revolución.