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La estrella de Belén que guió a los Reyes Magos probablemente era una supernova, como la que el astrónomo alemán Johanes Kepler calculó que se registró entre los años 7 y 6 a.C, la fecha más probable del nacimiento de Jesucristo. Además, en el portal en el que nació el Niño Jesús no había ningún buey ni ningún asno, por mucho que se empeñe la tradición; y los pastorcillos no recibieron su llegada al mundo con cánticos. Ni siquiera está claro que Cristo naciera en una cueva en Belén y no en Nazaret. Ésas son algunas de las consideraciones que Benedicto XVI realiza en su libro "La Infancia de Jesús", el tercer volumen que el Pontífice dedica a la figura de Jesucristo.
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