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Las personas con autismo ven el mundo a través de unos ojos distintos a los de las personas que no lo sufren, y esto influye en cómo interaccionan con su entorno.
Un estudio de Cal Tech, publicado el pasado 22 de octubre, ha descubierto que esto se debe a que el cerebro de una persona que sufre trastornos del espectro autista (TEA) interpreta de un modo diferente mucha de la información visual que recibe.