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Con las cámaras en director para garantizarse un puñado de entradas en Youtube, y explicando con parsimonia cada paso, Fredrik Hjelmqvist se tragó una pequeña cápsula de audio de tres centímetros de largo, similar a una de tantas pastillas que consumimos. Esta vez, sin embargo, incluía un minialtavoz, que le permitió reproducir la música desde el interior de su estómago.