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Cuando se habla políticos en España existe una tendencia involuntaria de relacionar esa palabra con ciertos adjetivos como, ladrones, corruptos, miserables o incluso hijos de puta. Estos adjetivos no deberían aparecer en la mente de los ciudadanos al escuchar la palabra político, pero nuestros líderes se han ganado a pulso estos adjetivos y muchos otros.