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El espacio público corresponde a aquel territorio de la ciudad donde cualquier persona tiene derecho a estar y circular libremente, sin embargo este espacio tiene una gran problemática al ser invadido por la cantidad de publicidad, ocasionando una alteración visual y fisionomía del entorno urbano. Nuestro cerebro tiene una determinada capacidad de absorción de datos, la vista es uno de los sentidos más complejos y de los que mayor incidencia tiene en la percepción global del entorno, ocasionando daños a la salud de los ciudadanos que se ven rodeados de mucha información en el espacio público. Estrés, dolor de cabeza, distracciones peligrosas (cuando se maneja un vehículo) y problemas ecológicos son algunos de estos. El ojo es una máquina óptica compleja que retiene la imagen durante 1/10 de segundo, cuando una imagen supera el máximo de información que el cerebro puede asimilar, se produce una especie de “stress visual”, el panorama se vuelve caótico y la lectura ordenada de un paisaje se hace imposible. La solución a esta problemática, debe basarse, principalmente en una adecuada normatividad para todos los establecimientos y entidades que usan esta clase de publicidad. Los organismos controladores deben proteger a los habitantes y la arquitectura que también se ve afectada por este factor visual, por los indiscriminados ataques de la cultura del consumismo y competencias en el mercado local. Creando así anuncios de dudosa legalidad y de dudoso gusto para el afectado con esta publicidad. “De acuerdo a los últimos operativos realizados durante el presente año la Secretaría Distrital de Ambiente acompañada de la policía, ha encontrado que la mayoría de la publicidad exterior visual ilegal es de constructoras, donde anuncian sus nuevos proyectos de construcción. Actualmente están realizando estos operativos en las zonas más críticas de Bogotá. Las constructoras entraran en proceso sancionatorio por la contaminación visual, que van en multas hasta de 5 mil salarios mínimos mensuales legales vigentes”. Pocas veces pensamos que el panorama que tenemos al frente es un paisaje contaminado, pero nuestra exposición diaria a él nos hace daño.