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Todo arqueólogo sabe que para estudiar una sociedad pasada lo mejor es estudiar los objetos que produjo. Las ideas, las inquietudes y las formas organizativas se ven plasmadas en utensilios y herramientas de uso cotidiano. Una urna funeraria neolítica, por ejemplo, nos habla de los ritos y costumbres de seres humanos que habitaron el planeta hace 6.000 años. Podemos entender sus creencias y formas de vida gracias a una simple piedra tallada y pulida. Así que si nos desplazáramos al futuro varias décadas, nada sería mejor que estudiar las cosas fabricadas por el hombre contemporáneo para intentar describir el hasta ahora convulso siglo XXI. Adrian Hon hizo este ejercicio y lo plasmó en un libro, “A history of the Future in 100 Objects”, un ejercicio de predicción tan delirante como repleto de ingenio en el que describe la religión, las relaciones humanas o el mundo laboral del futuro tomando prestada la voz de un historiador que escribe desde el año 2081.
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La mejor manera de ponerte en forma es huir de zombis hambrientos