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Entre las grandes obras arquitectónicas que tiene la capital de la república, podemos destacar la presencia de monumentos religiosos, parques, bibliotecas e incluso barrios que son reliquias de nuestra historia. Cada centímetro de camino que existe en Bogotá, contiene una pizca de legado que nos ha sido obsequiado a los ciudadanos desde su fundación, pero a su vez, no podemos dejar a un lado a una de las edificaciones que ha escrito una parte importante de la historia moderna de la ciudad y ha marcado el corazón de sus habitantes, el estadio Nemesio Camacho El Campín. Construido y fundado en el año de 1934, a petición del “caudillo del pueblo” Jorge Eliecer Gaitán, el Campín se ha mantenido como un ícono de nuestra ciudad. La familia Camacho, dueña de la hacienda El Campín, donó los terrenos que actualmente constituyen el escenario deportivo y con este motivo, se le dio el nombre al mismo, en honor al gran dueño del terreno que hoy ocupa el estadio y al nombre de su hacienda. El Campín, dotado inicialmente con una capacidad para 23.000 personas, fue un punto importante de la expansión urbana de la ciudad y su modernización. El mayor impulso del “Coloso de la 57” lo tomó con el inicio del primer torneo de fútbol profesional colombiano en 1948, que junto con la época de “El Dorado” trajo estrellas de talla mundial a jugar en nuestro país y en El Campín. La gran arena del fútbol capitalino ha escrito su historia en medio de la gloria de los dos equipos que acoge, Independiente Santa Fe y el Club Los Millonarios, que con momentos como el primer campeonato de los rojos y las grandes gestas de los azules, han maravillado a los habitantes de la ciudad para los cuales el fútbol es parte importante de la vida. Así mismo, El Campín ha acogido a la Selección Nacional en varias ocasiones como sede, e incluso fue el escenario en el cual el combinado tricolor obtuvo la Copa América del año 2001 y recibió la final del Campeonato Mundial Sub-20 de 2011 entre Brasil y Portugal, certamen que se realizó en nuestro país. Cada asiento, cada columna y cada centímetro de la grama del Nemesio, contiene una porción de la historia bogotana, historia que ha estado llena de tragedias y alegrías, pero que cada día nos recuerda que como esta, nuestra Bogotá está llena de maravillas que nos hacen afortunados.