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En la actualidad, la homosexualidad dejó de ser una tendencia marginal y/o revolucionaria para convertirse en una especie de “deber ser” en algunos sectores “alternativos”. En el transcurso de la historia, las prácticas homosexuales, sobre todo las masculinas, eran consideradas como transgresoras de los valores íntimos sociales, eran entendidas como un acto blasfemo , obsceno, pecaminoso , y vulneraban el orden social establecido a partir de principios insurrectos que perturbaban las directrices morales instituidas. Hasta mitad del siglo XX, la homosexualidad era un discurso que solo circulaba dentro del mundo gay, los valores y paradigmas construidos a partir de esta práctica, eran únicamente direccionados y re significados, dentro del contexto homosexual; no existía una apertura del discurso a sectores de la sociedad que no estuvieran involucrados con esta tendencia. Los mensajes que circulaban eran de resistencia frente al único deber ser heterosexual, manifestando la necesidad urgente de encontrar otra forma de entender la sexualidad desde la línea de lo aceptado, es decir, que su discurso buscaba un espacio de aprobación en un contexto que por principio los estaba marginando considerándolos “anormales”. El desarrollo a gran escala del discurso homosexual tuvo tanto alcance y tanto impacto dentro del establishment social, que no podríamos decir ahora que los gays son un sector excluido y satanizado como lo fue en una época. Hoy el ser gay se ha convertido en una institución. La multiplicidad de discursos y de nuevos paradigmas ha convertido a la comunidad gay en un nuevo deber ser universal que es perfectamente incluido, exclusivo y reconocido. La magnitud de su discurso y el esfuerzo por legitimar una manera “distinta” de ejercer la sexualidad, así como, la inclusión de los diferentes paradigmas gays dentro del tejido social, han hecho de esta comunidad una manifestación de un nuevo mito impuesto y contado por sus protagonistas. Desde finales de los años ochenta, hemos sido testigos de un “desnaturalizado” auge gay. Las industrias culturales empiezan a producir productos gays representados por la música, la moda, el arte y una corporalidad “adecuada” -. El movimiento gay aparece como un modelo a seguir. Aparece, pues, una nueva moral gay. Esta moral va a desencadenar en códigos y conductas a seguir; ya no se trata de una lucha política, sino de que los homosexuales deben vivir de acuerdo a parámetros y conductas gays, que se convierten en el “ideal” hegemónico. En una entrevista realizada a, Jesús, un representante de la comunidad gay de Bogotá, éste explicó cuál es el prototipo de un gay en la ciudad:" Les gusta las cosas de marcas, las cosas caras, pero sobre todo, lo más importante es lo estético, que se vea bien, los gay se preocupan por tener una estética, por tener un buen gusto..." “este mundo en 99% se fija en la apariencia, por lo tanto es importante tener un buen físico”. El gay debe tener ciertas características estéticas y físicas para serlo, debe estar a la moda - es muy común ver a un gay preocupado por la ropa y gadgets que estén a la moda - , reunirse en ciertos círculos y mantener una figura física socialmente aceptada. El consumismo se hace patrón en el “ideal” gay, la mayoría gasta su dinero en servicios como discotecas y bares, ropa, viajes, belleza, entre otros. Ahora, la homosexualidad no es posible para todo el mundo, la comunidad gay hace que esta solo sea para quienes viven bajo los códigos y conductas que ellos mismos crean. Estos códigos producen diferentes tipos de homosexuales, como los que se sienten liberados sexualmente y adoptan estos roles; y los reprimidos que, entre otras razones, ante la imposibilidad material y física de cumplir con el prototipo gay, mantienen su preferencia sexual en silencio. En definitiva el deber ser gay se instaura como un aliado de la lógica frívola de consumo que vivimos en la actualidad. El mito homosexual se sostiene y se alimenta de las lógicas de consumo desbordado y sin sentido, así como legitima los paradigmas de belleza impuestos por occidente a partir de un modelo global que la comunidad gay refuerza y lo convierte en su punto de referencia. Reproducen todos los valores estéticos, económicos, etc… impuestos por el modelo imperante.