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Las mejores canciones de todos los tiempos suelen contar con una interpretación especialmente brillante a cargo de un artista al cual siempre asociaremos dicha pieza. Sin embargo, no pocas veces el cantante en cuestión está versionando en realidad la canción de otro intérprete que quizá no supo sacarle todo el partido a la música (esto fue lo que sucedió cuando Paul Anka compuso My Way a partir de Comme d’habitude, de Claude François, y Frank Sinatra la inmortalizó). Otras veces en cambio lo que sucede es que el tema alcanza tal notoriedad que prácticamente cualquier artista que se precie desea interpretarlo, como sucede con Hallelujah.