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Cómo disciplinar a la próxima generación es un tema altamente discutido. En 2012, una encuesta nacional en Estados Unidos mostró que más de la mitad de las mujeres y tres cuartas partes de los hombres creen que un niño a veces necesita “una buena nalgada”.
La ciencia cuenta una historia diferente. Los investigadores dicen que los castigos físicos en realidad alteran el cerebro; no solo en una especie de “estoy traumado” sino en una forma “literalmente tengo menos materia gris en el cerebro”.
"Exponer a los niños al CCS (castigo corporal severo) puede tener efectos perjudiciales en las trayectorias del desarrollo de cerebro”, se concluyó en un estudio de 2009.