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La última portada de Charlie Hebdo en vísperas del tercer aniversario del ataque extremista contra su redacción que causó 12 muertos, entre ellos 8 miembros de la redacción, resume el estado físico, y de ánimo, del semanario satírico francés: como en un furgón blindado, una caja fuerte o incluso "una lata de conservas", obligado a vivir bajo fuertes medidas de seguridad que no solo tienen un alto coste personal, sino también económico. Entre uno y 1,5 millones de euros que Charlie Hebdo tiene que pagar “completamente” de su bolsillo para asegurar la redacción. Un precio “extremadamente pesado” y que lleva a preguntarse a su director, Riss, en un editorial, si la libertad de expresión no se está convirtiendo cada vez más en un producto de lujo.
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